MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
La radiodifusión dominicana registra hechos de incuestionable avance. El primero fue el proyecto exitoso que empezó con La Voz del Yuna, instalado en una casa grande de madera y zinc de dos pisos en el entonces municipio y comunidad de Bonao, y que fuera el emporio artístico-cultural más regio y completo de la América morena.
La identificación en el aire de esa obra sin igual, nunca estuvo a la altura de su histórica y extensa dimensión: “Desde Ciudad Trujillo, capital de la República Dominicana, transmite La Voz Dominicana en la voz grave e inconfundible de Ramón Rivera Batista, dejaba en una suerte de limbo irracional la esencia de la estructura del Palacio Radio-Televisor.
El arte universal y folclórico en La Voz Dominicana tuvieron exponentes tan cimeros que ni los enemigos más acérrimos de la Era de Trujillo, se han atrevido a poner en duda el mecenazgo de José Arismendy (Petán) Trujillo Molina. Sus excentricidades y decadencia, consecuencias de su vida licenciosa, son otra cosa.
Los que todavía ignoran la grandeza de esa meca del arte clásico y popular que ideara el preclaro hermano del Jefe con la intención primaria de promover su obra de gobierno, es justo que se enteren de que, no obstante todas sus facilidades para el estudio y la capacitación, nunca fue parasitaria del erario. La Voz Dominicana, siempre fue autosuficiente.
La calidad de sus transmisiones y la cobertura a todo lo largo y ancho de la geografía nacional, les garantizaba la efectividad esperada a los empresarios e industriales del sector privado de rancio establecimiento, como los productores de ron, cerveza, cigarros y cigarrillos.
Sin embargo, es de orden señalar que hubo una persona en la nómina de La Voz Dominicana que no fue un empleado burócrata como la mayoría. Se desempeñó, nada más y nada menos, que como Secretario Personal del Teniente General J. Arismendy Trujillo Molina, luego de llegar a la capital burlando a las autoridades para que no le aplicaran la “Ley de las diez tareas” que, de hecho, sí existió…